WINGEN –SUR-MODER, Francia (EUROLATINNEWS) - Alsacia y Lorena son regiones donde la fabricación de vidrio está en el corazón de un trabajo centenario de muchas fábricas.
A través de objetos arqueológicos, entre otros, el museo Lalique lanza una exposición épica sobre la importancia del cristal.
“Estos objetos forman parte de la vida de todos, en una infinidad de productos. Si la tradición de trabajo de cristal es antigua, la llegada de los conocimientos y el desarrollo del arte de vidrio fueron graduales.
Gracias a los objetos encontrados en las excavaciones arqueológicas, gráficos, planos, es que en el museo Lalique contamos la historia de una región también, una historia que va a atraer que René Lalique se asiente aquí en 1921”, explica a EUROLATINNEWS, Véronique Brumm, directora del Museo Lalique.
Añade que, «ésta exposición está centrándose tanto en la cuestión de las técnicas de usos del vidrio, y recordando cómo se ha convertido en omnipresente en nuestra vida cotidiana.
La importación de productos terminados en las primeras fábricas de vidrio en la antigüedad o en la región, e incluso los acontecimientos provocados por la revolución industrial, este vidrio memorable, todavía marca también aquí el territorio de un saber-hacer único e inimitable”.
René Lalique sabía cómo nadie domesticar el vidrio viejo. Desde julio 2011, existe un museo dedicado a su legado y el de sus sucesores. Ubicado en Alsacia, al noreste de Francia, ofrece un majestuoso viaje por el universo del mundo de las refinadas trasparencias de la renombrada casa francesa.
Cabe resaltar que desde 1921, se encuentra en Wingen-sur-Moder la fábrica de la firma, y que desde el 2011 alberga su museo, uno de los sitios culturales importantes en Francia, que cuenta con unas 650 piezas de joyería, entre joyas talladas, tiaras, broches, piezas de excepción, botellas, jarrones, lámparas, jarras…
"Merece la pena visitar semejante patrimonio cultural. Durante años, estos objetos fueron dispersados por todo el mundo. Hoy en día, es como si todos estuvieran en casa ", precisa Brumm.
René Jules Lalique (1860-1945), fue un maestro vidriero y joyero francés, nacido en Ay (Marne, Francia). Tuvo un gran reconocimiento por sus originales creaciones de joyas, botellas de perfume, vasos, candelabros, relojes, etc., dentro del estilo modernista, (Art Nouveau y Art Decó). La fábrica que fundó funciona todavía, y su nombre ha quedado asociado a la creatividad y la calidad, con diseños tanto fastuosos como discretos.
Gran admirador y coleccionista de la obra de Lalique fue Calouste Gulbenkian, empresario petrolífero de origen armenio pero radicado en Portugal, que creó el Museo Calouste Gulbenkian en Lisboa, donde se expone una buena muestra de la obra de René Lalique.
A los 16 años comenzó su aprendizaje con el joyero parisino Louis Aucoq y después siguió los cursos del Sydenham Art College en Londres entre 1878 y 1880. A su regreso a Francia trabajó, entre otras, para las firmas Aucoq, Cartier y Boucheron.
Después de haber abierto un lupanar en la Plaza d´Avignon de París, comenzó a concebir frascos de perfume en vidrio, siendo así el primero en imaginar la comercialización de un producto tan emblemático del lujo y del refinamiento en un envoltorio igualmente delicado y espléndido.
Pero también pensó producir estos bellos objetos en grandes series, haciendo su arte accesible a un número creciente de personas. En 1914, reconvirtió su fábrica de vidrio para producir material médico para hospitales y farmacias.
René Lalique no se contentaba con diseñar sus modelos, sino que construyó también una fábrica en Wingen-sur-Moder para producir en grandes cantidades, patentando varios novedosos procesos de fabricación del vidrio y varios efectos técnicos como el satinado Lalique o el vidrio opalescente.
La excelencia de sus creaciones y el gusto que aplicaba a sus obras, le valieron los encargos para la decoración interior de numerosos barcos, trenes como el Orient-Express, iglesias como la de San Nicasio de Reims y numerosa orfebrería religiosa y civil. René Lalique fue el primero en esculpir el vidrio para grandes obras monumentales, como las puertas del Hotel Alberto I de París o las fuentes de los Campos Elíseos.
Actualmente, el Museo de Lalique es un reflejo del leit motiv del célebre artesano, lejos del lujo ostentoso, y con una búsqueda de la belleza de la naturaleza. Revisitado por el arquitecto Jean-Michel Wilmotte, es ahora su lugar de residencia.
Como una extensión de un parque urbano cerca de la plaza principal se abre a una gran sala construida en 1715.
Un claustro igual que las casas con patio inmaculado y un jardín grávido, que revela aquí y allá, las siluetas de algunas de las formas emblemáticas de la firma. En todas partes, el diálogo entre la naturaleza y los minerales, lo antiguo con lo contemporáneo. Una joya de la arquitectura.
Durante sesenta años, por falta de espacio, varias piezas languidecían en las reservas de dicha institución, como por ejemplo, una pieza con 3 metros de altura y un peso de 1,7 toneladas, un cristal colosal de formas geométricas que juega ahora de uno de los guardianes cerca de la entrada. Durante meses, se reconstruyó la estructura, un rompecabezas de 337 piezas.
"De ellos, 60 fueron restaurados y 59 reproducen de forma idéntica, que da un gran testimonio. Incluso tuvimos que volver a crear moldes para la inauguración", indica satisfecha la directora del museo.
Afortunadamente, todas las piezas excepcionales recogidas en el anterior museo estaban en perfecto estado. Algunas otras han sido adquiridas en subastas, mientras que otras han sido préstamos o donaciones de particulares, la mayoría nunca antes habían sido expuestas al público.
"Las colecciones del Museo de Artes Decorativas de París, la Fundación Gulbenkian de Lisboa, e incluso privados Museo Lalique, Hakone, Japón, son esencialmente las joyas de René Lalique. En este caso, nos aprovechamos de su creación de valor completa, junto con una experiencia y una empresa sigue en el negocio ", acota Brumm.
Cabe resaltar que es a través de la industria de las fragancias que logrará mayor renombre. Diseñando las botellas de la nariz François Coty, cuyo refinamiento se hace eco del nombre del perfume.
Los pedidos luego se suceden con: Roger & Gallet, Forvil, Molinard, Worth, Parfums d'Orsay, trascendiendo con su trabajo el arte de las transparencias como nunca antes. Pocos gramos de cristal serán suficientes para generar obras maestras de delicadeza, que se pueden ahora admirar a la perfección en el espacio central del museo.
"René Lalique no era sólo un artista sino también un fabricante de talento que ha presentado una enorme cantidad de patentes durante su carrera," puntualiza Brumm.
En 1945, fallece René Lalique, sin embargo, no su trabajo ni su experiencia. ¿La prueba? La casa perpetúa la técnica de cera perdida, entre otras.
Exposiciones temporales también se albergan a lo largo de una abultada agenda en el museo, talleres y clases para los niños, un acierto para los visitantes que vienen en plan familiar, y una boutique con exquisiteces única de la casa. Sin olvidar que cuenta con un servicio de restauración y atención general digno de cinco estrellas.
(*) Museo Lalique, 40 rue du Hochberg,
67290 Wingen-sur-Moder , Alsacia.
(Mayor informaciones: 03.88.89.08.14;
www.musee-lalique.com ).
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