ARCACHON, Francia (EUROLATINEWS) - En lo alto de la Duna de Pilat, considerada una de las más altas del mundo, donde la arena se alza hacia el cielo y los pinos marítimos se inclinan hacia el Atlántico, se alza también una casa legendaria que se ha convertido en un icono del lujo relajado internacional: el hotel La Co(o)rniche.
Este raro lugar, suspendido entre la tierra y el mar, combina brillantemente la historia de una familia visionaria, la poesía de un paraje natural excepcional y el genio creador de Philippe Starck. Mucho más que un hotel, La Co(o)rniche es un destino en sí mismo, un remanso de pura emoción, un refugio soleado que encarna la elegancia del suroeste francés.

Un panorama impresionante
Lo primero que llama la atención al llegar a La Co(o)rniche es la vista. Una vista de 180 grados de la cuenca de Arcachon, los pasos hacia el océano, el Banco de Arguin y la Isla de los Pájaros. A cada hora del día, la luz esculpe una nueva decoración. A primera hora de la mañana, el espejo de agua refleja los tonos pastel del cielo. Al mediodía, el azul se vuelve brillante, casi irreal. Y al anochecer, el sol se sumerge en el Atlántico en un espectáculo cotidiano, eternamente único.
Ubicado en la ladera de una duna, La Co(o)rniche casi se funde con el paisaje. Es un hotel que no busca dominar la naturaleza, sino dialogar con ella. La arquitectura, diseñada para abrirse al exterior, celebra este panorama sin perturbarlo jamás. Una experiencia sensorial total, donde el lujo se convierte en pura contemplación.

Un pasado legendario
La Co(o)rniche no nació ayer. Originalmente construido en la década de 1930 como una mansión por un rico criador de ostras, en la década de 1950 se convirtió en un popular hotel y restaurante para celebridades y aristócratas que vacacionaban en la costa atlántica. Se dice que Jean Cocteau, Alain Delon y Romy Schneider se alojaron allí. El establecimiento lleva en sí un recuerdo dulce y glamoroso de la Cuenca, como un aliento antiguo que nunca ha dejado de vibrar.
Pero el lugar se estaba quedando dormido poco a poco cuando William Téchoueyres, ex jugador de rugby de alto nivel convertido en restaurador, lo descubrió con su esposa Sophie a principios de los años 2000. La casa estaba entonces casi abandonada y en busca de renovación. La pareja ve en ello un potencial inmenso: el de revivir una leyenda, pero en una versión contemporánea, audaz y vibrante.
El encuentro con Philippe Starck: un amor creativo a primera vista
Para imaginar el Co(o)rniche del siglo XXI, William y Sophie Téchoueyres saben que necesitan un socio que pueda estar a la altura de sus sueños. Fue en ese momento cuando el destino los puso en el camino de Philippe Starck. El arquitecto y diseñador de fama mundial, que conoce bien la cuenca y su poesía única, también se enamora del lugar.
"Philippe llegó, miró el mar, respiró los pinos, escuchó el silencio y comprendió", nos explica Sophie Téchoueyres. Éste es el comienzo de una aventura humana y estética excepcional. Starck, como artista libre, rediseñó completamente el hotel. Conserva el alma del edificio original, pero lo abre al mundo. Madera clara, materiales naturales, líneas limpias, libros en cada rincón, mobiliario con detalles divertidos: todo está diseñado para realzar el ambiente, para hacer de cada habitación una cabaña de lujo frente al infinito.

Las emblemáticas cabañas
Siguiendo la filosofía del lugar y la preservación de la naturaleza, Las cabañas del hotel la Co(o)rniche recuerdan las cabañas tradicionales de los productores de ostras. Diseñadas por Philippe Starck, 18 cabañas de madera dan la bienvenida cada una con dos dormitorios de 45m2 que dan a una terraza con una vista impresionante. sobre el Banco de Arguin y las puertas del Océano.
Inspirados en el pueblo ostrícola de L'Herbe, situado en Cap Ferret, estos lujosos bungalows retoman los códigos queridos por Starck. Camas tamaño king, vestidas de blanco, flotan en el centro de la habitación. Al fondo, una isla, amplia y luminosa, alberga el baño y su ducha a ras de suelo. Armonías de gris topo, blanco, gris perla y rosa empolvado, códigos de color que junto con los materiales nobles aportan serenidad y armonia al huesped.
Todo el hotel adquiere una singular concepción. Incluso la típica escalera en la casa principal se revela bajo la luz mágica de un gran lámpara de Murano del destacado artista francés Aristide Najean. En las paredes se mezclan amarillo ocre y negro, destacan los collages que parece fueron dejados casualmente por viajeros que pasaban por allí. Fotografías inconexas, postales, dibujos que recuerdan las obras de Marx Ernst o Jacques Prévert. Pequeños detalles con acentos antiguos, como arrancados de un cuaderno de un viaje grupal.
La apuesta es arriesgada, pero está brillantemente asumida. En mayo 2010, el nuevo Co(o)rniche reabrió sus puertas. Y el éxito fue inmediato. París, Londres y Nueva York hablan de este lugar que encarna a la perfección el chic francés fuera de lo común. El mito revive.

Una destinación de corazón y de emoción
Lo que hace única a La Co(o)rniche es también su alma. Aquí el lujo no se vive en la ostentación sino en la sensación. Sentirse esperado, acogido, escuchado. Sentir como si estuvieras respirando aire profundo y salado. Sentirse como en casa, lejos de casa.
Al frente de esta casa, Sophie Téchoueyres encarna con gracia este arte tan particular de la hospitalidad, combinando calidez, refinamiento y discreción
.
"Siempre quise que nuestros huéspedes se sintieran como en casa, en casa de amigos, pero también en una casa de ensueño. Una casa donde te cuidan, donde te dejan solo cuando es necesario, pero donde siempre estamos ahí, con cariño, si nos necesitan", confiesa.
Sophie cuida cada detalle, desde los ramos de flores frescas hasta el aroma de las velas, desde la elección de las sábanas hasta las sonrisas del personal. Ha inculcado en La Co(o)rniche un espíritu profundamente femenino, elegante y atento.
"Para mí, la elegancia no tiene nada que ver con el oropel. Es una forma de ser, de comportarse, de respetar a los demás y al lugar. Lo que busco es una elegancia natural y libre, sin códigos rígidos. Que nuestros invitados vengan descalzos, en bata de seda o en bañador, da igual: que se sientan bien, eso es lo que importa", enfatiza.

Un lugar de vida, celebración y gastronomía
La Co(o)rniche no es sólo un hotel. Es un lugar vivo y vibrante, donde las estaciones pasan pero la energía permanece. El restaurante, con su terraza panorámica, es uno de los lugares más populares de la Cuenca de Arcachon. Los huéspedes o clientes de fuera son recibidos calurosamente por Thomas Téchoueyres, hijo de los propietarios y gerente del hotel. Todo el personal vestidos de blanco y zapatillas.
El chef Christophe Beaupuy, considerado por la familia Téchoueyres "uno de los pilares del hotel", ofrece una cocina fresca y de temporada, desde marisco fresco, local y generoso. Lubina asada al anzuelo, ostras, langosta a la parrilla o un risotto cremoso, vinos generosos... aquí, la sencillez realza el sabor.
El bar cobra vida al atardecer, cuando los vasos se entrecruzan y brindan, el cielo se ilumina y la música se suma a la atmósfera. El ambiente es festivo, pero nunca ruidoso. Donde las familias, artistas célebres, o recién casados y clientes habituales se divierten discretos.

Una ampliación
En 2016, la familia Téchoueyres y Philippe Starck renovaron su colaboración con la apertura del hotel Ha(a)ïtza, a pocos pasos. Menos espectacular a la vista, pero igual de ordenado en la atmósfera. Ha(a)ïtza es un capullo, una burbuja de suavidad con un spa, una pastelería bajo la batuta de Antony Prunet (antes con el maestro Pierre Hermé) y una piscina cubierta bañada de luz. Otra visión del lujo, más íntima, complementaria.
Los dos establecimientos forman un dúo armonioso, como dos caras de un mismo arte de vivir.
El espíritu del suroeste: raíces y horizonte
Lo conmovedor de la historia de La Co(o)rniche es la lealtad a una tierra. William Téchoueyres, nacido en Burdeos, amante del rugby y de las dunas, nunca quiso importar un modelo. Quería crear algo desde aquí. Algo que habla el lenguaje del viento, la arena y los pinos.
El personal es local, la decoración celebra a los artesanos de la región y los productos servidos en la mesa provienen del mercado cercano o de granjas de ostras. El hotel vive al ritmo de la Bahía, sin traicionarla nunca. Un lujo arraigado, sincero, profundamente francés.

Un eco global
Hoy en día, La Co(o)rniche atrae a una clientela internacional, seducida por esta rara alquimia entre naturaleza, diseño, gastronomía y arte de vivir. Aparece en las guías más prestigiosas y es citado por revistas como uno de los hoteles con vistas más bonitas del mundo. Pero no ha perdido nada de su espíritu original: el de una casa familiar, elegante, vivaz, generosa.
Un sueño despierto entre el cielo y el mar
La Co(o)rniche es mucho más que un hotel. Es un encuentro: entre una familia atrevida, un diseñador inspirado y un lugar mágico. Es una casa encaramada en la duna más alta de Europa, abierta al viento y al mundo. Una casa donde se va para descansar, a encontrarse consigo mismo, a reconectar con lo esencial.
Y como lo expresa tan bellamente Sophie Téchoueyres,"cuando nuestros clientes se van con estrellas en los ojos y arena en los zapatos, entonces sabemos que hemos tenido éxito".
EUROLATINNEWS
Copyright:
Estos artículos y su contenidos no puede ser utilizado sin el consentimiento de EUROLATINNEWS
|